July 18, 2010

Acting

Actuar. Todos actuamos. Empezando con los estados de ánimo, por cada estado hay un disfráz, una escena, una escencia. Cada uno tiene su energía particular, su nivel de expresión. Actuamos nuestro estado de ánimo. Hay veces que no nos damos cuenta, y nos olvidamos de cerrar el telón, y automáticamente empezamos otra escena, esto causa la confusión de los espectadores, que se pierden en nuestros sentimientos. A veces hasta causa daño y una incertidumbre gigante, de cual podría ser el próximo movimiento. Llega un punto en que, aún siendo parte del público, debemos advertir de un posible (y casi seguro) ataque, y nos obligamos a llevar escudos. Así, de a poco, se va interrumpiendo el acto. Ya la relación actor-espectador se desvanece, por miedo a lastimarse. Otro problema presente es que los actores aprendieron a cambiar su disfráz y máscara, sin avisar. Pueden camuflar sus verdaderos sentimientos y pensamientos, así, nació la falsedad. El peor de los defectos, el más impredesible, el más hiriente. Traicionero, imposible de detectar. En ocasiones sale de la persona más amada e íntima. ¿Realmente puede combatirse? Según mi experiencia personal, no. Solamente alejándote se puede prevenir. ¿Y si esa persona es un ser querido? La pregunta ahi debería ser, ¿Por qué nos mentiría y ocultaría sus verdaderos pensamientos hacia nosotros? En mi opinión, el amor nuestro por ellos no es correspondido. Es una situación complicada, habría que abstenerse a confiar en esa persona como antes. Existe también el actor ciclotímico, nuevamente impredesible sin intenciones. Un real obstáculo en nustro teatro. Una acción lleva a la otra casi contraria, no puede prevenirse, y apenas se puede lidiar con la situación. Cuesta acomodarse al nuevo disfráz, y saber que pronto volverá a cambiar de la nada. Para este tipo de actores recomiendo divina paciencia y comprensión.

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